Todo lo que necesitás saber sobre las CBDC: qué son, cómo se distribuyen, cómo se mantienen, el rol de los bancos y más


¿Qué consideraciones de diseño del CBDC prevalecerán?
A medida que el desarrollo de la moneda digital de los bancos centrales (CBDC) comienza a pasar de la fase de investigación a la construcción en la vida real, muchos especialistas se preguntan por qué podría ser necesaria una CBDC minorista.
Por ejemplo, si un país ya cuenta con un sofisticado sistema de pagos al por menor, ¿por qué los consumidores adoptarían voluntariamente una CBDC? ¿Qué características únicas tendría que tener para hacerlo atractivo? ¿Resistencia a la censura, quizás? ¿Privacidad? ¿Apoyo a los pagos directos de persona a persona? ¿Posibilidad de pagar a los comerciantes incluso cuando no hay electricidad?
Richard G. Brown, Chief Technology Officer de la firma R3 afirmó en un artículo publicado en el medio City Am que es probable que estas preguntas tengan un impacto significativo en la arquitectura técnica de cualquier sistema.
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Pero el peligro de este enfoque es que puede parecer imposible avanzar hasta que se aborden todas estas “cuestiones políticas”. Afortunadamente, los pensadores serios de los bancos centrales – y de otros lugares – de todo el mundo han identificado correctamente que, independientemente de algunas de las profundas cuestiones anteriores, todavía es posible hacer progresos intelectuales.
Pero primero, ¿qué es una CBDC minorista?
En resumen, una CBDC minorista pretende ser un análogo electrónico del efectivo físico. Esto puede parecer extraño cuando se oye hablar de ello por primera vez: ¿no es eso lo que es una cuenta bancaria con una tarjeta de débito? No es así: el dinero emitido por un banco comercial es cualitativamente diferente al emitido por un banco central, y hay cosas que se pueden hacer con el efectivo que ningún sistema electrónico permite actualmente. Esto significa que si el dinero en efectivo pierde importancia, habrá un hueco que llenar.
Así pues, con el aumento de los proyectos piloto de moneda digital, aquí se analizan tres consideraciones clave de diseño que los bancos centrales y los organismos gubernamentales están utilizando para enmarcar su pensamiento a la hora de avanzar en la producción de CBDC.
¿Cómo se distribuye una CBDC?
Los consumidores pueden acceder a la CBDC de tres maneras:
Modelo directo: este modelo está diseñado para la desintermediación, en el que los bancos centrales emiten directamente a los clientes finales. Este modelo puede perturbar el sistema financiero actual y supondrá una carga adicional para los bancos centrales en lo que respecta a la gestión de la incorporación de los clientes, el conocimiento del cliente (KYC) y los controles contra el blanqueo de dinero (AML), lo que puede resultar costoso para los bancos centrales. Pero sería el producto más obviamente “parecido al efectivo”.
Modelo de intermediación: este modelo es similar a nuestro sistema actual desde el punto de vista de la estructura del mercado. En este caso, los bancos distribuirían la CBDC a sus clientes y ejecutarían las funciones de captación de clientes y supervisión de las transacciones, incluido el cumplimiento de la legislación sobre blanqueo de capitales. El banco comercial gestionaría los registros de las tenencias de sus clientes, manteniendo una cantidad idéntica en forma agregada en el banco central. El principal inconveniente de este modelo es el riesgo para los clientes finales. Si el banco quiebra, es probable que se tarde algún tiempo en volver a dar a los clientes acceso a su dinero. Sus fondos estarían a salvo: el CBDC es siempre un derecho del banco central, pero la única forma de acceder a él sería a través de un intermediario.
Modelo híbrido: este modelo mejora el modelo de intermediación haciendo que los bancos mantengan los saldos de la CBDC de cada cliente en cuentas separadas en el banco central, facilitando así que los consumidores vuelvan a tener acceso a su dinero si su banco quiebra.
¿En qué forma se mantiene una CBDC?
Hay dos modelos alternativos que se están explorando: “cuentas” y “tokens”.
Richard G. Brown cree que este es un tema que a veces se malinterpreta debido a que la tecnología se mantiene demasiado alejada del debate comercial. En principio, la cuestión es sencilla: ¿debe el sistema basarse en “cuentas”, que tienen “saldos”? O, ¿deberíamos intentar emular el dinero físico, donde las existencias de un consumidor están determinadas por la suma de las distintas monedas físicas -también conocidas como “tokens”- que tiene en su cartera? En este escenario, se nos anima a imaginar un “monedero” digital, que contiene “fichas” digitales que pueden ser objeto de transacciones de persona a persona y sin necesidad de una base de datos central de saldos.
El problema, al menos para Brown, es que estos dos enfoques se presentan a menudo como opuestos, como si uno de ellos pudiera resolver sólo un conjunto de problemas y el otro estuviera limitado de alguna manera.
Sin embargo, la pregunta que realmente se plantea, aunque sólo sea de forma implícita, es: ¿hasta qué punto deberían los individuos poder pagarse unos a otros sin que la transacción tenga que ser aprobada, o registrada, de forma centralizada? En otras palabras, el debate en torno a las “cuentas” frente a los “tokens” es, en realidad, un debate encubierto sobre la privacidad y sobre cómo debería ser un CBDC “similar al dinero en efectivo”.
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¿Cuál debería ser el papel de los bancos comerciales?
En la primera parte, vimos que, en dos de los tres modelos contemplados, los bancos comerciales (o, más ampliamente, los “proveedores de iniciación de pagos”) tienen un papel central: identifican a sus clientes, les entregan “carteras” e intermedian en su nombre con el banco central.
Sin embargo, una cuestión abierta es: ¿cuánto poder queremos que tengan estos intermediarios? Por ejemplo, ¿debe ser mi banco el único que pueda darme acceso a mis fondos? ¿O debería poder acceder a mis fondos a través de cualquier banco que sea capaz de verificar mi identidad al nivel adecuado? Parece una pregunta arcana, pero tiene implicaciones fundamentales para las funciones, el poder y los modelos de negocio de los titulares.
¿Qué significa todo esto para el camino que tenemos por delante?
En un futuro muy inmediato, no mucho. Las CBDC no van a entrar en la adopción generalizada mañana, o la semana siguiente, y no vamos a pagar de repente por bienes y servicios con moneda digital en un momento de gran explosión.
Y, como espero haber demostrado, esto no sólo se debe a que este nivel de cambio es difícil; se debe a que algunas cuestiones políticas fundamentales aún deben resolverse.
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